Un día volvió a ganar como visitante en la Copa...

Casi sin pasar sobresalto alguno, San Lorenzo se quedó con el partido de ida ante Emelec. Consiguió la victoria porque suplió las limitaciones (y la ausencia  de Ortigoza) con inteligencia y anulando aquellos escasos circuitos ofensivos del conjunto ecuatoriano. A pesar de que desde la primera parte Emelec propuso un juego físico, no tuvo muchas luces a la hora de crearle peligro a Navarro. Más allá de haberse replegado en un principio, con el correr de los minutos el Ciclón le encontró la vuelta, y lo lastimó cuando tuvo la oportunidad. Ya había avisado Merlini pero fue Belluschi quien logró la apertura del tanteador mediante la ejecución de un hermoso tiro libre. En ventaja y gracias a la tranquilidad otorgada por el gol, el once de Diego Aguirre se acomodó aún más en el terreno, aguantó las embestidas de “Los Azules” y se llevó el capítulo inicial casi sin dificultades.

En el complemento, la temática del encuentro no se modificó. Si bien en el primer tramo se vio la peor versión del Ciclón, de a poco ajustó las líneas y se hizo un equipo corto y solidario. Con un trabajo impecable del “Pichi” Mercier, recuperando balones al por mayor, relevando a todos sus compañeros y distribuyendo el balón con criterio, San Lorenzo edificó un triunfo contundente y -en definitiva- merecido. Emelec fue para adelante, más por necesidad que por convicción, y terminó “colaborando” con la causa azulgrana. La victoria jamás corrió riesgos y dio la sensación de que pudo haber sido aún más abultada. No obstante, el local estuvo firme en el fondo y anuló casi todos los intentos ofensivos del Ciclón.

San Lorenzo ganó en Ecuador y dio un gran paso de cara a la próxima fase de la Copa. En poco más de un mes intentará sellar su pase a cuartos de final en Buenos Aires y ante su público. Ganó porque salió decidido a hacerlo, aún sin tirar manteca al techo. Lo hizo porque (jugador por jugador) fue más que Emelec y porque entendió dónde y cómo debía jugarse el partido.