¡Salen campeones con la ayuda de papá!

Mezcla de sensaciones vivió el Pedro Bidegain. Por un lado, la lógica alegría del triunfo azulgrana, por el otro la incertidumbre de saber qué será de la vida de algunos de sus jugadores más queridos, entre ellos Néstor Ortigoza y Juan “Pichi” Mercier. En lo estrictamente futbolístico, la primera parte fue un partido táctico y por demás pensado. La visita salió a jugarse su última chance de pelearle el título a Boca y asumió el protagonismo del encuentro. Pero aunque el empate lo dejaba fuera de carrera por el título, Banfield no creó peligro porque jamás arriesgó más de la cuenta. A pesar de que San Lorenzo precisaba la victoria, tampoco hizo demasiado y debió abusar de aquellas individualidades que pudieran hacer la diferencia.

Bien parado de mitad de cancha hacia atrás, el elenco de Falcioni se replegó cuando debía y los arrestos personales de Cerutti -por derecha- y de Belluschi -por el centro- chocaron contra aquel bloque compacto que se mantuvo firme en todo momento.
Más allá de la intención del Ciclón y el Taladro por quedarse con el triunfo, no hubo situaciones por destacar, y ambos conjuntos se retiraron a los vestuarios en paridad.

En el complemento, San Lorenzo salió a cara de perro y ajustó las líneas para no dar ventajas en defensa. Desde la solidez del eterno Juan Mercier (que jugó de todo) y bajo la batuta de Néstor Ortigoza (me cuesta creer que haya sido su último partido ante la gente que tanto lo ama), el propio “Gordo” asistió con precisión quirúrgica a Belluschi quien definió con una hermosa vaselina ante la salida de Hilario Navarro. Golazo que significaba más que la conquista en sí, festejo desde los cuatro costados que no se resignaban a perder a uno de sus jugadores más emblemáticos de los últimos años.

El gol le cayó al Ciclón como anillo al dedo y hasta lo animó a ir por más ante un Taladro confundido y al que los circuitos de ataque se le habían clausurado casi al extremo. Sin especular ante la ventaja parcial, el once de Aguirre intentó cerrar el cotejo, en lo posible sin correr riesgos. Con un gran partido de Cerutti, tal vez el mejor del año del ex Sarmiento y Estudiantes, la movilidad endiablada de Merlini y la presencia siempre intimidante de Nico Blandi, San Lorenzo reguló a voluntad y se quedó con tres puntos vitales de cara a la próxima Libertadores, a pesar de fallar un penal sobre el cierre Ortigoza y de servirle el campeonato en bandeja a Boca, porque en definitiva, lo primero es la familia. ¿O no, hijos nuestros?