San Lorenzo no pudo con Toluca e igualó 1 a 1 en su primer compromiso en el Pedro Bidegain. Ortigoza de penal y Esquivel anotaron los goles del partido.
Toda la expectativa depositada en el debut de San Lorenzo como local en la Libertadores, tenía como ingrediente extra un detalle que a la larga influiría en el desarrollo del encuentro: el hecho de jugar con línea de tres en el fondo. No descubro nada si digo que Pablo Guede peca de arriesgado al extremo, lo cierto es que si a esta tendencia osada del DT se la matiza con una defensa que le cede aún más espacios al rival, no hay corazón que resista tantas emociones.
El Ciclón salió a comerse crudo al Toluca, tal como se suponía, y encontró la llave para abrir el partido cuando Ezequiel Cerutti habilitó a Cauteruccio quien fue derribado en él área y el chileno Osses señaló penal. Como siempre, Néstor Ortigoza se encargó del “trámite” y San Lorenzo se puso 1 a 0. Pero cuando parecía que el Ciclón comenzaba a ordenar el partido tras la apertura, el fondo se durmió y Carlos Esquivel dejó la historia como al principio. Dichos en otros términos, el gol duró nada.
La efímera ventaja que apenas pudo celebrar San Lorenzo tuvo que ver con una dificultad que acompañaría a los de Guede durante la etapa inicial: los problemas para repeler los ataques del Toluca. Y esto tuvo que ver con la fragilidad de la última línea. Por eso debió pasar sobresaltos al por mayor, muchos de los cuales podrían haberse evitado. Sin embargo, no puedo caerles exclusivamente a los de abajo ya que en ataque tampoco el Ciclón generó demasiado riesgo para el arco defendido por Talavera. Aunque el portero se revolcó un par de veces, tampoco el asedio fue tanto, justo es reconocerlo. San Lorenzo fue y fue pero abusó de los centros ante la tentación que supone tener a Mauro Matos en el área. Tampoco aportó mucho el toqueteo constante -aunque por momentos empalagosos- de Romagnoli, Bellluschi y Ortigoza. Para colmo, el recurso de los desbordes de Cerutti y Buffarini eran un argumento conocido por los defensores del Toluca y con el correr de los minutos se hicieron cada vez más previsibles e inocuos.
Con este preocupante panorama y la imposibilidad de poder llegar nuevamente al gol, San Lorenzo y Toluca se fueron al descanso igualando en un tanto.
Habiéndose consumido la primera mitad, Guede metió mano en el equipo y volvió el esquema a foja cero: adentro Emmanuel Mas, afuera Cerutti. Era lógico, reordenar las piezas en pos de la victoria no era un capricho, era una necesidad. Después de asegurar la retaguardia, San Lorenzo siguió en busca de la ventaja perdida. Matos se la peinó a Cauteruccio quien remató a quemarropa en inmejorable situación. No obstante, encontró respuesta providencial en el pecho de Talavera quien la mandó al córner. De ese tiro de esquina llegó un centro que Mas cabeceó y pasó cerca del poste.
Pero que nadie crea que los avances eran monopolizados por San Lorenzo, Toluca tuvo sus chances y Torrico sufrió más de la cuenta cuando salvó un mano a mano frente a Esquivel. El Cóndor, al igual que como contra Huracán, sacó las papas del fuego por los horrores de Paulo Díaz.
San Lorenzo merecía mejor suerte pero la fortuna no estaba de su lado, y eso se notó cuando Mussis reventó el travesaño con un zurdazo desde lejos.
A los 26 del capítulo final, el Ciclón ya había quemado todos sus cambios. Primero había ingresado Barrientos por Romagnoli, luego fue el turno de Villalba por Matos. Más allá de la cuestión estadística, el match permanecía 1-1, Toluca defendía (agazapado) en su propio campo y Talavera ya era la figura de la noche.
San Lorenzo necesitaba ganar imperiosamente, el no hacerlo podría complicar sus aspiraciones en un grupo malparido desde su confirmación, y el reloj ya se había transformado en un enemigo más.
Aunque el Ciclón intentó, sus esfuerzos fueron en vano, aquella desatención tras el gol obtenido, le iba a costar mucho más que un gol, lo resignaba a un empate con sabor a derrota.