Defensa, ataque, victoria y justicia

Tras una semana para el olvido (derrota ante Banfield por la Sudamericana y empate con San Juan en el Bajo) y luego del partido en Roma, el Ciclón recuperó la memoria y se alzó con los primeros tres puntos del torneo. Lo consiguió, no sin antes haber sufrido más de la cuenta. Aún en los tramos de mayor zozobra, aguantó los trapos, un tanto por méritos propios, otro por falencias del Halcón en la estocada final o debido a la diosa fortuna. Pero lo cierto es que se fue del Tomaghello con todos los porotos en juegos.

Ante las lesiones de Ezequiel Cerutti, su as de espadas, Diego Aguirre remendó el equipo con la fresca presencia de Bautista Merlini quien –junto a la rutilante actuación  del muchas veces resistido Seba Blanco y Fernando Belluschi- se encargaron de la creación del equipo. Después de algunos revolcones de Torrico y con un despeje de Matías Caruzzo, Blanco encaró por la izquierda y asistió a Nico Blandi. El goleador, en pleno apogeo y con viento a favor, se tiró de palomita y abrió el marcador para decretar el 1 a 0 parcial.

Más allá de sufridos pasajes y en los cuales Defensa arrimó peligro real, San Lorenzo se agazapó cual si fuera un felino en la sabana africana, y lastimó a su presa ni bien tuvo la oportunidad de hacerlo. Sucedió cuando Néstor Ortigoza tenía todos los números para salir tras su intensa semana junto a Paraguay. Pero el Gordo peleó un balón como si estuviera en el potrero, habilitó a Blanco y el ex Lanús batió a Agustín Rossi tras rozar el balón en Tomás Cardona, otro de los “nuestros” que está a préstamo en el Halcón, para decretar el 2 a 0 y sentenciar el pleito.

Defensa pudo descontar pero no estuvo fino, aunque también el Ciclón tuvo chances de incrementar la diferencia. Con los ingresos de Martín Cauteruccio, Gabriel Esparza, “Tino” Costa, el DT azulgrana movió la plantilla y el andamiaje del equipo no decayó en absoluto, al contrario. Se pudo observar que la impronta de Aguirre comienza a verse reflejada en la cancha, más allá de los nombres. No se juega bien y (por momentos) el fondo hace agua sistemáticamente, es innegable, pero hay una marcada intención de jugar por el piso y ajustar el sistema en cuanto las circunstancias lo exijan. Si hay que especular y esperar en el propio campo, se lo hace sin sonrojarse; si salir de contra es una táctica más que un recurso, también es válido. En la medida en que los triunfos lleguen, el fin justificará los medios, ¿o no?