Con poquito, nos pincharon el Globo...

San Lorenzo cayó ante Huracán por 1 a 0. El Ciclón terminó con nueve hombres. Mal partido del conjunto de Bauza que volvió a perder tras bastantes fechas, justo ante el clásico de barrio.
En el primer tempo se raspó demasiado pero se jugó muy poco. Huracán salió a disputar partido del año y dentro del combo trascendental, intentar frenar la racha del puntero del fútbol local. San Lorenzo, por su parte, llegaba a Parque Patricios con la premisa de sumar de a tres para no depender de nadie, máxime luego de haber volteado al que ocupaba el liderazgo hace unos días, Boca.
El Globo acorraló al Ciclón con un juego atildado y estuvo a punto de abrir el marcador a través de una tijera de Ramón Ábila pero el travesaño se lo negó. Cuando la visita se acomodó en el terreno hostil que propuso Huracán, comenzó a generar riesgo hacia la valla de Marcos Díaz. Lo tuvo Villalba pero otra vez el travesaño se erigió en el villano de la tarde-noche.
Con una leve superioridad del Globo -ya sin su delfín Ábila en la cancha, lesionado- Quemeros y Cuervos se fueron a los vestuarios con pronóstico incierto. ¿Se daría el batacazo o imperaría la historia? Una respuesta que en el capítulo final se develaria…
Sin embargo en la segunda parte, San Lorenzo demostró que puede jugar peor que de costumbre y se fue con las manos vacías del Ducó. La debacle sucedió entre los 25 y los 35 minutos. Primero tuvo la victoria en sus pies Rolle que enfrentó a Díaz, pero definió como mi suegra con pantuflas. En la siguiente jugada, Blanco evidenció que a veces se dedica más a destruir que a jugar y regaló un tiro libre, que justamente Toranzo –un especialista- la ubicó en el primer palo de un Torrico que tardó en regresar. Pero el 0-1 daba lugar a la recuperación, pero Buffarini no lo creyó e hipotecó las escasas posibilidades al hacerse expulsar tras levantar por el aire a Vismara. Al toque, sobre llovido mojado. Caruzzo (que ya tenía amarilla) metió la mano y se fue a las duchas de manera prematura ante un estricto Pezzotta que no dejó pasar una.
Y así transcurrió el resto del partido, con la gente de Huracán festejando una de las pocas alegrías que la historia le puede brindar, con un rival que se vanagloriaba a sabiendas que su equipo no es más que una bolsa de gatos, un plantel mediocre y decadente.
San Lorenzo se conserva en la punta y a la espera de que Boca no gane. Más allá de las estadísticas, el Ciclón no juega bien y no siempre puede depender de la fortuna. Ante Huracán, paradójicamente –y no exagero- tocó fondo.