Como siempre, resucitando a los muertos

No me gustaba el equipo desde el vamos. La vuelta de Facundo Quignón y la insospechada titularidad del juvenil Tomás Conechny desguarnecía al equipo ante la lesión de Rubén Botta y la fragilidad con la que llegaba Fernando Belluschi, confirmado entre los once a último momento.

Y desde ese remendado elenco se basó una nueva frustración del San Lorenzo del Pampa Biaggio, un DT que más allá de acumular una buena cosecha de puntos jamás le dio una línea de juego a sus dirigidos.

Contabilizo apenas una excelsa habilitación de Belluschi que Gudiño adelantó y el arquero Martín Arias anticipó y contuvo, tal vez un cabezazo de Quignón sobre el cierre de la primera parte y algún que otro remate de Nico Blandi. Nada más. Y no exagero.

En desventaja desde antes del primer cuarto del complemento, el DT azulgrana metió manotazos de ahogado y mandó a la cancha lo mejor que tenía (a priori) en ofensiva: el debutante Valentín Viola -aplazado- y a los postergados Nicolás Reniero y Nahuel Barrios. Más allá de que el ex Almagro no tuvo demasiadas chances, exigió. El chiquitín demostró en un rato que pide pista y justifica por qué. Sin embargo, a esta lavada de cara le faltó generadores de juego y pareció que llegó demasiado tarde.

San Lorenzo volvió a perder y cada vez cree más utópico pegar el zarpazo al puntero, que gana y gana, como sea, pero siempre suma. Recibió el castigo de perder ante un equipo del montón que apenas tiene algunas figuras destacables. Al Ciclón esta vez se le cortó la suerte, porque no siempre se gana jugando mal y, lo más importante, no siempre se puede salir a no perder y salir airoso. Teléfono para el Pampa Biaggio, de otro modo deberemos acostumbrarnos a seguir resucitando muertos.