Viejos son los caminos y todavía echan polvo

Dicen que la necesidad tiene cara de hereje, y ante semejante panorama  futbolístico, el Pampa Biaggio debió remendar el equipo y salir a jugar ante un equipo que por enésima temporada coquetea con un descenso cada día más probable como lo es Olimpo. Sin Piris Da Motta (expulsado frente a Huracán) ni Belluschi (tendinitis), el DT azulgrana eligió a Mercier y a Romagnoli, ratificó a los juveniles Barrios, Moyano y Reniero. Y por momentos, esta jugada surtió efecto. Porque con la movilidad del Pipi y del Perrito, sumada a la gran actuación de Reniero, el Ciclón arrimó peligro constante sobre el área de la visita. 

Sin embargo y tal como suele ocurrir por estos tiempos, el arco contrario pareció infranqueable, al menos en la primera parte. Más allá del predominio territorial y basándonos en las llegadas de uno y otro, el resultado castigó a un equipo como San Lorenzo que hizo todo para irse en ventaja pero debió conformarse con un pálido 0-0 con el que se cerró el acto inicial. 

No obstante, la justicia llegó a pocos minutos del complemento cuando el chiquitín Barrios encaró, encontró el hueco y la clavó en el ángulo del pobre Villar quien no pudo hacer nada para impedir un verdadero golazo.

Con el 1-0 en el bolsillo, San Lorenzo continuó en la búsqueda de un resultado más holgado que no trajera eventuales complicaciones. Y lo logró en un santiamén cuando tras una jugada colectiva a la perfección Reniero asistió con el pecho a Blandi y el goleador la mandó a guardar para desatar la locura contenida de un público ávido de resultados que en este 2018 se venían negando.

Con una actuación superlativa de Coloccini, la solidez habitual de Mercier y la entrega conmovedora de Romagnoli, Biaggio logró la tan ansiada comunión entre experimentados y purretes. San Lorenzo tuvo varios puntos altos además: a los ya mencionados no puedo olvidarme del todoterreno (y siempre rendidor) Paulo Díaz, Franco Moyano y el resto que esta vez no desentonó.

Con el 2-0 y el partido liquidado, al encuentro le sobró más de media hora donde el DT azulgrana metió mano en el equipo y tuvo la oportunidad de recuperar a Botta y de darles rodaje a Berterame y a Quignón. Y aunque el rival no resistió peligro alguno, sirvió para levantar la autoestima de un equipo (que más allá del celebrado empate sobre la hora con el Globo) venía bastante cuestionado, donde el público vitoreó a sus jugadores y demostró su fidelidad y pasión independientemente de los resultados.

San Lorenzo recuperó la memoria, pero lo que es más importante, volvió a dar señales de saber a qué juega.