¡Qué nacieron nietos nuestros, nietos nuestros morirán!

La visita llegaba al Bidegain sin ningún tipo de presión. Avanzó a octavos de final en la Copa Libertadores, un torneo en el cual su sola participación ya puede tomarse como un milagro, ¡ni hablar de superar la fase de grupos! Decía que el Globo venía al Bajo con la sola intención de no perder. Ya se aseguró un colchón de puntos para no depender de la calculadora y también rapiñó sobre la hora un puntito en el primer clásico en Parque Patricios, lo que fue cartón lleno.

 

A San Lorenzo no le resultó fácil digerir la ausencia de Fernando Belluschi. Más allá de tratarse apenas de una pieza en un engranaje, el accionar del “Rasta” se transformó en un elemento indispensable para el normal desarrollo del equipo. Su falta se notó, el Ciclón lo sufrió, y mucho. Aunque fue al frente, jamás encontró el fútbol que le permitiera acercarle peligro real a Marcos Díaz. De hecho e intentando repasar la etapa, no recuerdo situaciones propicias para quebrar el arco Quemero, al contrario, la más clara fue de ellos y el travesaño le negó el gol a Mariano González. Posesión no implicó merecimientos y San Lorenzo debió conformarse sin poder doblegar al Globo, al menos en el inicio.

 

Las estadísticas empezaron a respetar la historia cuando a los 14 de la segunda mitad San Lorenzo llegó al gol. Néstor Ortigoza asistió con precisión quirúrgica al Pitu Barrientos (había reemplazado a un errático Mussis) quien lanzó un centro picante que terminó empujando Nico Blandi en la línea tras un despeje involuntario de Mancinelli. El gol de San Lorenzo llegaba en el momento justo.

 

En ventaja, Pablo Guede pretendió por todos los medios cerrarle los caminos a Huracán y evitar así sinsabores evidenciados en un pasado -no tan lejano- por no liquidar los partidos a tiempo. Al DT no se le cayeron los anillos cuando reforzó la zona de volantes mandando a la cancha a Paulo Díaz, un defensor natural, por un creador como Sebastián Blanco.

 

San Lorenzo pudo sentenciar el pleito a través de un penal, pero esta vez Ortigoza demostró que es humano y estrelló su remate en el larguero. Sin dudas, un verdadero capricho de la fortuna, justamente en el partido.

 

El encuentro no era bueno pero se había cargado de un dramatismo indescriptible. Cada avance tenía destino de gol, de un lado y del otro. Cauteruccio se mandó una patriada para tranquilizar corazones azulgranas con síntomas de hipertensión, pero una vez más se enredó con la pelota y cuando encontró espacios la pasó a cualquier parte. Los cuatro minutos adicionados agregaron aún mayor ansiedad pero no fue suficiente para cancelar una victoria que ya estaba en el bolsillo.

 

San Lorenzo le ganó a Huracán y no es noticia. Más bien se trata de una costumbre que de vez en cuando, muy de vez en cuando, a veces se toma vacaciones. Nos vamos todos felices del Bidegain, no es para menos: el Ciclón sigue siendo puntero.