Papelón, con la P de Pizzi

Desde el inicio quedó en claro que no sería una tarde fácil de digerir para San Lorenzo. Pese a que el rival no auguraba demasiado peligro, el flojo presente futbolístico defensivo del Ciclón emparejaba cualquier pronóstico. No había pasado ni siquiera la primera mitad cuando esas falencias habituales comenzaron a tornarse crónicas y la ficción comenzó a hacerse realidad. Primero fue la expulsión de Gianluca Ferrari, a los 20’ del capítulo inicial, lo que puso en preaviso a todos. Al rato llegó el gol de los santiagueños gracias a la definición de Jonathan Herrera con la que la visita se fue en ventaja al descanso 1-0.

En el complemento, y tras la falta de ideas del equipo (y de su entrenador a la hora de improvisar sobre la marcha y en los cambios) San Lorenzo fue al frente y logró la igualdad parcial gracias a un remate de su goleador: el lateral Bruno Pittón. Sin embargo, cuando se esperaba la remontada, se cayó la estantería. Una contra de Alzugaray encontró al fondo descompensado por enésima vez, y nuevamente Central Córdoba se puso en ventaja. Luego llegaron dos golpes más, ante la mirada atónita y enrarecida de un público que no podía creer lo que estaba viendo, sin dudas algo muy diferente a lo que había pensado presenciar.

Sin alma, sin caudillos, sin ideas y sin un entrenador capaz de revertir la situación cuando la mano pinta compleja, San Lorenzo protagonizó uno de los más grandes papelones de los últimos tiempos. Porque los partidos comienzan en la semana, a la hora de armar los equipos y el banco de relevos, continúa durante el juego propiamente dicho, y más aún en las determinaciones que toma su DT en los cambios y en el planteo. Por eso, San Lorenzo tocó fondo: porque al equipo no se le cayeron ideas y su fondo cometió errores infantiles que el rival de turno se los hizo pagar con una goleada…