“La comedia de las equivocaciones”, de Shakespeare, versión libre del Ciclón

San Lorenzo pagó caro sus errores (y horrores) y perdió 3 a 1 con Huracán en Mar del Plata. Quignón anotó el único tanto del conjunto de Guede que terminó el partido con diez tras la expulsión de Sebastián Blanco. Una noche para el olvido de un equipo azulgrana que dejó en claro que aún se encuentra en plena formación.

El resultado habla por sí mismo, lo admito, pero: ¿cómo explicar que San Lorenzo tuvo al menos cuatro situaciones de gol y se fue al descanso en desventaja? Si mal no recuerdo, más o menos fueron así: a los 3 Cauteruccio generó una buena jugada personal que (cuando iba a definir), Blanco lo anticipó, le pegó mordido y la pelota se fue por encima del travesaño. A los 12 el Ciclón tuvo otra inmejorable: córner y cabezazo de Mas q tapó Marcos Díaz. A los 19 Romagnoli habilitó a Barriento, Risso se la lleva por delante y pega en el poste luego del centro atrás. A los 23 otro córner desde la derecha de Romagnoli que Mas mandó por encima del travesaño. Un par de minutos más tarde nació un excelente contragolpe que manejó Mercier, le quedó a Barrientos que tiró centro atrás y que el propio  Pichi –de primera- la mandó por arriba.

Mientras tanto, el Globo sacó la cabeza del agua y reaccionó recién a los 34 cuando avisó con un cabezazo de Mancinelli que pasó cerca del palo derecho de Torrico. Hasta este momento, todo era de San Lorenzo que atacaba por ambas bandas y generaba peligro sobre el fondo de Huracán. Tan sólo faltaba el gol. Sin embargo, llegó, pero en el arco equivocado. A Caruzzo se le escapó la pierna y atendió a Ábila en la puerta del área. Nótese este detalle no menor: en la puerta del área. Tiro libre para los de Parque Patricios con sentencia inapelable, porque si no era Toranzo el encargado, el que lo ejecutaba era Montenegro. Y fue este último quien se hizo cargo nomás. Se acercó a la redonda y la acarició con suavidad para mandarla a besar la red y decretar el 1 a 0 de Huracán ante el vuelo estéril del Cóndor Torrico. Injusticia absoluta pero, ¿qué más da? Nadie podría reconocer que se trataba de resultado mentiroso y para nada acorde con el trámite del encuentro, no obstante era el que reflejaba la eficacia en la red de ambos equipos. San Lorenzo pudo haberlo goleado y siempre falló en el toque final. Huracán, en cambio, la que tuvo, facturó.

En la segunda mitad, la tónica continuó siendo la misma. De hecho, Villalba (enceguecido) enfrentó a Marcos Díaz y pateó a quemarropa. Pero el arquero reaccionó y salvó al Globo de una caída segura. Tras esta jugada llegó la hecatombe para San Lorenzo. En dos contras en cuatro minutos, el Ciclón desnudó sus peores flaquezas defensivas. Primero le ganaron la espalda a Mas que derivó en el mazazo de Ábila –dejando en el camino a Torrico- y (antes de asimilar el golpe) luego Caruzzo se llevó la pelota por delante y le dio a Huracán una ventaja irremontable de 3 a 0 a su favor.

Con el 0-3, Guede y San Lorenzo intentaron decorar de la manera más digna una derrota irreversible. Ingresaron Quignón, Tapia y Kalinski por Barrientos, Caruzzo y Romagnoli y quizás por vergüenza o por temor a un fracaso peor, el Ciclón se reorganizó en el terreno de juego. La yeta volvió a evidenciarse cuando Blanco la mandó al más allá cuando tenía el arco a su merced, y al rato Cauteruccio reventó el travesaño. De Guatemala a Guatepeor…

A casi quince del cierre descontó Quignón de cabeza, más como una suerte de aviso a Guede y para recordarle que dejó de ser promesa y que sigue pidiendo pista desde hace tiempo. Si se esperaba una remontada histórica, quedaría para otra oportunidad, máxime teniendo en cuenta de que Blanco se hizo echar. Más allá de que el Ciclón jamás se resignó a seguir yendo al frente, lo cierto es que si habría un día en el que le tocaría ligar, no sería en este. San Lorenzo erró mucho en Mar del Plata, y lo pagó caro. Así de simple, así de triste, en especial ante un rival cuya mera existencia se limita a esta clase de partidos.