El festejo que no fue

La final de la Copa Libertadores 2018 entre Boca y River quedará en el recuerdo del fútbol argentino por siempre, más en la retina del hincha Millonario que en el Xeneize. El 8 de diciembre de 2019, en la víspera del primer aniversario de la final en Madrid, el club de Núñez montó un gran show para, luego del partido ante San Lorenzo por la fecha 16 de la Superliga 2019/2020, celebrar aquel hito.

Monarriz no quiso ser partenaire de la fiesta riverplatense y dispuso un 5-3-2 para visitar al equipo de Gallardo: Torrico; Herrera, Coloccini, Gonzalo Rodríguez, Arias, Pitton; Óscar Romero, Poblete, Juan Ramírez; Ángel Romero y Adolfo Gaich. En el complemento ingresaron Nicolás Blandi, Lucas Menossi y Julián Palacios, mientras que Navarro, Peruzzi, Ferrari y Sequeira completaron el banco de suplentes. Del otro lado, el último subcampeón de América…

La sede del partido le fue muy esquiva al Ciclón en el pasado reciente: San Lorenzo no le ganaba a River en el Estadio Antonio Vespucio Liberti desde el 2005 y no le anotaba desde el 2011. Esa noche, para sorpresa de propios y ajenos, se cortaron las dos rachas mencionadas.

A los 15 minutos del primer tiempo, mientras ambos se medían para ver por donde entrar, los hermanos Romero se aliaron para armar un lindo tándem por la izquierda, Ángel metió la pelota al área para que Adolfo Gaich controle y le rompa el arco a Franco Armani. 

Tras el gol, San Lorenzo se replegó y el local tomó el protagonismo. ¿Lastimó? Si, pero la suerte y un arquero top estuvieron del lado azulgrana en la noche de Núñez: a los 37 de la mitad inicial Herrera bajó a Milton Casco en el área y Sebastián Torrico le atajó el penal a Rafael Santos Borré, mientras que a los 8 del complemento, con el mismo infractor, el palo le negó el empate a Juanfer Quintero desde los doce pasos.

Además, como parte del show de los mellizos en el Monumental, llegaron dos tarjetas rojas en el local directamente generadas por los paraguayos: a los 31 Exequiel Palacios bajó feo a Óscar y se ganó la roja directa, mientras que el 10 también ligó a los 42 para la doble amonestación de Nicolás De La Cruz.

A los 48 del segundo tiempo, porque Boedo siempre sufre, el equipo de Monarriz se salvó en la línea gracias al pecho de Torrico. Esa jugada cerró una noche para el infarto y le amargó, al menos un poquito, un festejo importante a la gente de River que en la previa pensaba firmemente que la fiesta iba a ser completa.