A veces las disculpas no alcanzan

“Puse plata de mi bolsillo” decía Julio Buffarini con 24 años en marzo de 2012, cuando comentaba en qué consistieron las negociaciones para su llegada al Ciclón. 50 mil dólares eran lo que faltaba y la dirigencia azulgrana, encabezada por Carlos Abdo, ya había puesto 300 mil.

El cordobés, que había debutado en Talleres con tan sólo 17 años, tenía por delante la oportunidad de llegar a un club grande aún cuando el Ciclón no la pasaba bien y dio el paso adelante. El resto es historia conocida, consiguió la permanencia, se coronó en el Torneo Inicial 2013, ganó la histórica Copa Libertadores 2014, disputó frente a uno de los mejores equipos del Real Madrid la final del Mundial de Clubes y hasta se despachó con la Supercopa Argentina 2015, goleando a Boca 4 a 0.

El apoyo de todo San Lorenzo se hizo sentir en 2016, cuando la familia Buffarini pasó un terrible momento familiar con la complicación del embarazo de la esposa del jugador que finalmente no prosperó. Los cuervos brindaron todo su amor y más que nunca respaldaron al jugador, que con cada pelota disputada se había ganado el corazón de miles de hinchas azulgranas que lo ovacionaron sin pausa.

Pero eventualmente llegó la despedida, precisamente el 26 de julio de 2016, y Buffa hacía las valijas para así emprender el viaje a Brasil y estar a las ordenes del querido Patón Bauza en San Pablo. Inmediatamente, un Buffarini hasta entonces agradecido, publicó una tierna carta firmada por su hija en las redes sociales que emocionó a más de un hincha, repasando la vida de la niña año tras año vinculada a buenos momentos del lateral en San Lorenzo. “Hasta pronto”, rezaba el mensaje, y el jugador respaldó la carta asegurando que en caso de volver a jugar en Argentina, la prioridad “la tiene San Lorenzo”.

Finalmente, el regreso del ex Talleres al país se produjo, pero la elección de su destino quebró una relación de amor casi incondicional con los fanas del Ciclón. Boca Juniors le abrió las puertas y el cordobés no lo dudó. Un jugador puede dar su palabra, pero el mundo del fútbol baila a otro compás, por lo que inmediatamente el 4 de Boca quedó condenado por traición para la gente de San Lorenzo que dolida navegó las redes sociales, entre declaraciones y fotos inéditas de quien fuera su ídolo con la camiseta de uno de sus mayores rivales.

El recibimiento para Boca en el estadio Pedro Bidegain el 4 de febrero de 2018 no fue distinto a ningún otro, con una brutal excepción, Julio Buffarini recibió una silbatina impensada años atrás y -mediante banderas además de algún otro canto vinculado a la traición- el público de San Lorenzo hizo sentir su bronca y desilusión contra el jugador que después aseguró sentir “miedo de salir a la calle”.

Pasó agua debajo del puente y la bronca parecía masticada, hasta la noche del sábado en que Boca derrotó 3 a 0 a un Ciclón en caída libre, último en la tabla y con una pobre producción futbolística. Buffarini, que hizo un partido digno de aquellos tiempos en San Lorenzo, se despachó con una rabona en el momento de mayor tensión lo que generó la rabia de aquella gente que tanto cariño le dio y hasta la de sus ex compañeros.

Tumulto, tarjeta amarilla y mucha bronca por parte de los hinchas y jugadores cuervos, desataron una furia que parecía extinta y aún con el pedido de disculpas que el propio jugador de 30 años reconoce “que la gente de San Lorenzo no va a aceptar”, el enojo está latente. ¿Era necesario para el cordobés golpear al club de sus mayores triunfos cuando está en la lona? Sin dudas, la respuesta es no. La gente que lo quiso como a un ídolo se lo hizo saber y se lo hará saber. A veces, las disculpas no alcanzan.